FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA
PROBLEMÁTICA SOCIAL COLOMBIANA
SÍNTESIS DE LECTURA
“Los Orígenes”
Tábula rasa. Danilo Cruz Vélez
(1991)
En “Los orígenes”, Danilo Cruz
Vélez expone precisamente las raíces del pensamiento filosófico en Colombia que
se enmarca como es bien sabido en la línea filosófica española debido a nuestro
estado inicial como colonia hispanoamericana, y propone que “el rasgo
distintivo de nuestro pasado filosófico es la anormalidad” (Cruz, 1991). Dicha
anormalidad debida al rumbo inicial que tomó España al desviarse del camino que
estaban recorriendo otras naciones europeas, al separarse de ellas, y
especialmente a seguir con una mentalidad medieval, aun cuando ya se estaba en
la época moderna, que le dificulta a España llegar al conocimiento científico
europeo del Siglo XVII. Se desarrolla a lo largo de este texto la forma en la
que la carencia filosófica se construye tanto en España, como en latinoamérica
a través de la configuración que hace Cruz del pasado español, principalmente
debido a su desinterés por la filosofía. A continuación se amplía esa idea en
donde la anormalidad filosófica es pues “una consecuencia de la anormalidad
histórica de la madre patria (España)” (Cruz, 1991).
Nuestra historia parte del hecho
de nuestro origen como una colonia española. Como es de esperarse de una
colonia, la cultura y las tradiciones están muy arraigadas a la madre patria,
la cual aún mantenía vivo el pensamiento de la edad media, por lo que es
entendible que nosotros conservaramos esas tradiciones teocentristas y
estuviéramos aislados del pensamiento moderno que se desarrollaba en Europa. En
la colonia, los representantes de la vida intelectual eran casi todos de la
clerecía tal como en la edad media, así que no había cabida para un intelectual
alejado de la iglesia y el estado, y básicamente se buscaba imponer respuestas
a preguntas filosóficas desde un solo punto de vista religioso. En el siglo
XIX, tras la libertad política al debilitar los vínculos con España, esto
empezó a cambiar, el pensador laico se interesó por los problemas del mundo, la
sociedad y el ciudadano y es la manera en la que se apartan a los clérigos de
la vida intelectual, acercándose más bien al mundo occidental moderno.
Sin embargo, el papel del tiempo
transcurrido en una sociedad anteriormente conocida como colonial, impone su
presencia, de modo que toda esa cultura y tradición característica de la madre
patria, ya hacía parte de nuestro día a día, como lo menciona Cruz (1991), ya
nos habíamos establecido en un mundo histórico hispanoamericano. “La realidad
histórica emergente crece siempre en el suelo de la realidad histórica
anterior” (Cruz, 1991.) lo que de manera clara se entiende como: la razón de
nuestra pobreza ante la intelectualidad filosófica está arraigada a una pobreza
aún mayor de la misma, en nuestro propio origen, España.
Entonces, la pregunta es si se
puede generalizar que todo hombre hispano carece de un genio filosófico, tal
consideración es demasiado amplia, para ello debemos analizar la historia
filosófica de España. En primer lugar, nos encontramos ante una paradoja:
España, y en especial Toledo, fueron puntos geográficos en donde se empezó el
retorno a Europa del legado metafísico de los griegos, pero el país como tal
permaneció impermeable a este pensamiento. Los textos antiguos de los griegos
habían sido conservados en bibliotecas, en siria, Alejandría y Roma, como
botines de guerra o traídos por los filósofos perseguidos. Estos escritos
hicieron hizo posible más adelante el renacimiento de la filosofía griega
promovido por Cicerón.
Tiempo después, con la expansión
del cristianismo, que consideraba todo lo griego como pagano, y especialmente
con el emperador Constantino, los manuscritos quedaron olvidados en las
bibliotecas. Pero esto cambió en el siglo VII: con la expansión del Islam y las
victorias militares de los árabes, en Siria se empezaron a estudiar los
manuscritos, y cuando en el siglo VIII los árabes conquistaron la península
ibérica casi en su totalidad, trajeron con ellos el legado filosófico de los
griegos. En Bagdad surgió la escuela de
traducción de textos griegos al árabe, iniciándose recepción de la herencia
griega. Así pues, los árabes llevaron a Europa a través de España la filosofía
y la ciencia de los griegos, que en el occidente se habían olvidado. Después,
en el siglo, Xll se volvió a dar un giro de 180°, el rey Alfonso VI reconquistó
Toledo en 1085, se creó la escuela de traductores a partir del cual el legado
árabe traducido en esa misma ciudad se tradujo al latín y fue usado para
fundamentar el cristianismo. Paradójicamente, casi todos los traductores que
desde Toledo llevaron a Europa el pensamiento griego eran extranjeros, quizás
la poca participación de los españoles se debió a que no estaban preparados
para recibir la herencia de los griegos. España había sido “estéril” en cuanto
al pensamiento filosófico, se concebía como una tábula rasa en lo que se refiere al pensamiento filosófico y
permaneció así hasta el renacimiento. Fue inmune al regreso a las “fuentes
originarias” de éste último. Simplemente, como dice el historiador
Sa´id: “desde los comienzos España estuvo vacía de ciencia”. Y fue por eso que,
por muchos años, hispanoamérica también lo estuvo.
La filosofía medieval que nos
trajeron los españoles continuó ante nosotros hasta el siglo XX. Pero esto
empezó a cambiar hace unos cincuenta años atrás, cuando en españa se dio el
nuevo movimiento filosófico provocado por la generación del 98 que re-incorporó
a los españoles al pensamiento moderno, lo que trajo consigo un retorno
intelectual de nosotros a España. El promotor de esta oleada filosófica fue
José Ortega y Gasset, quien fue el sucesor de Nicolás Salmeron, representante
del Krausismo español. Los krausistas fueron los primeros en romper el
aislamiento ideológico en España, dando pie para abrirse al pensamiento moderno
europeo, principalmente al alemán. Sin embargo, el krausismo español no tuvo
carácter filosófico claro, los españoles centraron su interés en lo moral, lo
político y lo religioso, con un objetivo de renovación espiritual de España.
Posteriormente, cuando Ortega
permaneció en Marburgo, fue influenciado por Hermann Cohen, representante del
neokantismo en Alemania, al parecer los neokantianos querían hacer más
que Kant, pero lo que hicieron fue regresar a un idealismo extremo y es por
ello que Ortega fue inicialmente un neokantiano, no obstante en el año 1913
tras una exposición a la fenomenología, se percató del error en concebir el ser
de las cosas de acuerdo con aquella filosofía (neokantiana). Este abandono del
neokantismo llevó a la ausencia del mismo en el mundo hispánico, que habría
podido ayudar a combatir la lucha contra el positivismo.
Así pues, la fenomenología
impulsada por Ortega en su jefatura durante el primer tercio del siglo XX fue
la que impulsó en nosotros la mayoría de intentos de entrar en el campo de la
filosofía. Evocó una especie de platonismo superficial de las ideas. Luchó
contra el positivismo finesecular que reducía todo a los hechos y en contra al
neokantismo que reducía todo a construcciones lógicas. Algo para recalcar es
que el acogimiento de la fenomenología fue también anormal. La fenomenología
tuvo dos derivaciones, la eidética y la trascendental, sin embargo Ortega se
decidió por la primera para basar su pensamiento filosófico. Eso explica
entonces que lo que trajo España a hispanoamérica fue la fenomenología
eidética. Finalmente, el mundo filosófico de la lengua española comenzó a
dirigir su atención hacia Heidegger, pero esto se vio obstaculizado por la
falta de recepción de la fenomenología trascendental, lo cual, ha significado
una nueva anormalidad de nuestra vida filosófica.
Como conclusión, tras el anterior
análisis podemos decir que aún falta mucho si no es todo por hacer para el
desarrollo del pensamiento filosófico en hispanoamérica, y así como lo menciona
Cruz Vélez (1991), “es esta la herencia que nos dejaron nuestros antepasados
quienes a su turno la recibieron de España. Nuestro presente y nuestro futuro
sólo pueden ser, por ello, tiempos de trabajo incesante y denodado”
REFERENCIA: CRUZ VÉLEZ, D. (1991). Los orígenes, en "Tabula rasa". Bogotá: Planeta Colombiana Editorial S.A., pp. 23-45.

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